Una necesaria segunda parte a este asunto de ser Feo o de ser Bonito
Con el escrito anterior (la
de la superioridad completa y total de los hermosos por sobre nosotros los feos),
se levantó una polvareda bastante grande, de unas dimensiones que no pensé que
se iban a dar. Me escribieron de todos lados y me lanzaron tanto solidarios
mensajes, como también una serie de recriminaciones y puyas, como que “la
belleza está en el ojo del que mira”, que “lo importante es lo de adentro y no
la cáscara”, que “los bonitos son calabaza”… en fin, opiniones de todo calibre
y de toda anchura.
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mucho ojo con lo que digan... |
Algunos amigos no
entendieron que –al igual que casi todos los post de este humilde Blog- todas
son experiencias personales que trato de compartirlas con el mejor de los
ánimos, y sobre todo, tratando de reírme de mí mismo. Pues creo que la mejor
manera de combatir el abatimiento que nos da una vanidad herida, es riéndonos
de nosotros mismos (no nos queda otra). Pues cuando uno se ríe de sí mismo, no
solo flotas en las aguas del rescate, sino que terminas exorcizando cualquier
mezquindad que haya producido la naturaleza.
En los 70’s, empachado de la
soledad y la poca suerte con las damas, decidí poner un aviso en un diario de
esos hoy llamados “chicha”. Era uno de esos avisos donde uno busca novia, y da sus datos y sus
galanuras. Pero como galanuras no tenía muchas (y como la sinceridad siempre
fue mi bandera), tuve que poner la verdad:
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Por supuesto, nadie me dio bola... una vez más |
En los 90’s, entre la gente
de producción del abominable programa de Laura
Bozzo, se encontraba un amigo, que siempre que había un tema –digamos- que
tenga alguna relación con mi actividad o con mi campo, me llamaba para ser
Panelista. Pero siempre le respondía con negativas.
- Tío, va a haber un programa sobre
Rock… “Rockeros vs. Salseros”
- Tío, va a haber un programa sobre
Rock… “Rockeros vs. Criollos”
- Tío, va a haber un programa que
tiene que ver con lo tuyo: “el satanismo en el rock”
- Tío, se viene un programa sobre
Drogas… ¿Te apuntas?
Y a todas estas apetecibles
propuestas, le decía que NO… Pues si voy a participar de un circo tan
indecoroso como ese, al menos tendría que ser con un tema que me llame a
discutir, un tema en el cual tenga un vínculo demasiado fuerte y profundo, como
para poder agarrarme a golpes en pleno set de televisión. Y justo cuando al fin
tocan un tema donde realmente me hubiera gustado participar, mi compadre NO me
llama!! Y ese tema fue: “Los Feos”.
Y es que la fealdad existe.
Pregúntenle a los miles de chicos (pre-adolescentes, adolescentes y
post-adolescentes) que la padecen en sus colegios o en sus barrios.
Pregúntenles a las chicas que tienen que esconderse de los ojos públicos. Y el
problema es que muchos adultos no lo dimensionan en toda su crueldad, y se
burlan de los sinsabores de sus hijos, incrementando con esta indiferencia, la
inmedible tasa de infelicidad y de suicidios.

La delgadez extrema de mi
cuerpo (que también era motivo de burla), la disimulaba usando muchas prendas a
la vez. Usaba chompas de lana en pleno verano, y sobre esta escama de
estambres, me ponía casacas, haciendo que mi cuerpo parezca ‘normal’. Luego
cambiaría mi apellido a “F”, porque ponerme “Daniel Feo” hubiera sido demasiado
obvio.
Y fue así como comencé a subir
a un escenario. Y fue así como salí a enfrentarme a un público en vivo, con
todas esas escafandras y yelmos que me permitieron enfrentarme a ese mundo de
las apariencias, a ese frívolo cosmos de las envolturas que día a día se
presentaba hostil y despiadada. Y yo estaba dispuesto a ganar esa batalla.

Por eso, entre otras tantas muertes
y costos, siempre digo que soy “un sobreviviente”. Pero claro, sigo siendo FEO
(y bastante); sigo siendo uno de los ciudadanos más antiguos de esta Feosfera
local, solo que, en estos momentos, soy un feo “con estatus”. Ja!.