Los apelativos que le ponen
a determinadas corrientes musicales, en muchos casos, suelen definir muy bien
el sonido de quienes se apuntan con estas tendencias (por ejemplo: el Blues, el
Tango, el Rap, el Hip Hop, el Reguetón, el hardcore, el Jazz… son membretes
donde no suele darse ninguna sorpresa a la hora de oír a los artistas que
responden al mote). Pero cuando escuchamos que una banda hace “punk” o hace
“rock progresivo” o “rock clásico” (¿?)… la verdad, se está un poco perdido.
Extravío sónico que se da al menos entre quienes sostenemos una idea mucho más
amplia e ideológica, acerca de estos nobiliarios apelativos.
Sobre esto hablé ayer con mi
compadre Quique Max Rockero, un espléndido miembro del grupo de Facebook
llamado Face Rock, un sitio donde la sabiduría acerca de los predios del rock
and roll, navega sobre niveles francamente envidiables y didácticos. Y ahí puse
que las bandas setenteras del punk rock, hacían un tributo innegable a la
década de los 60’s: The Jam eran los
Who, los Pistols eran MC5 y los Ramones eran unos achorados Beach Boys. Le dije que mi banda favorita de aquella mancha, sigue y
seguirá siendo The Stranglers, unos
maleadazos herederos del garaje que incluía teclados,
canciones largas y muchas ganas de caer mal, con un sonido oscuro, como de
novela policial, letras nada intelectuales ni sesgos politizados.
La industria de la música,
cuando ve algún fenómeno que no entiende, pues, para comenzar, le asesta de
frente el mote de “underground”
(subterráneo), mote provisional hasta que la banda se “cuaje lo suficiente”
como para después recibir una etiqueta mucho más determinada. Cuando los
Stranglers comenzaron a dar concierto tras concierto desde 1974 hasta 1976 (un
par de años donde dieron –dicen- más de 350 shows), fueron admitidos en la
parcela del llamado “Pub Rock”, un
refugio por donde transitaban docenas de bandas con un sonido tan particular y
tan desgarrado, que se les identifica como el antecedente más preclaro de lo
que luego sería el punk rock inglés. En ese “rock de pub” hervían los Dr. Feelgood,
The Wild Angels, Brinsley Schwarz, Graham Parker and the Rumours, Egg Over Easy, The 101, etc... Y ahí fueron a parar los Estranguladores. Pero esto
fue sólo hasta la llegada oficial del punk rock, porque ya para 1976-77, la Industria los envolvió
en el costal del punk. Claro, luego, en los 80’s, la misma Industria que
bautiza y re-bautiza propuestas, los llamó “New Wave”… Y luego “Góticos” (¿?)….
Mi amigo Quique tenía una
historia un poco rara acerca de mi vida musical. Él pensaba que yo había
comenzado a caminar por las medusas del rock, envuelto en rockerísimos aires de
punkrocker. Y que luego “fui seducido por el rock progresivo”, lo que hizo que
mis discos comenzaran a destilar una apuesta ideológica mucho más neurótica y
mucho más elaborado en las llanuras musicales. Cuando en realidad ha sido
totalmente a la inversa. Yo comencé enamorado del rock progresivo, y en el
camino me encontré con el punk rock. Yo crecí como muchos otros muchachos que
nacieron en los albores de los 60’s, escuchando Beatles, Stones, Cream,
Hollies… Luego Woodstock, el hipismo, el rock progresivo, el Kraut Rock, el
Glam, etc, etc. Desde los 70s estoy enamorado de Pink Floyd, Rod Stewart y T.Rex.
Así que cuando llegan los 80’s, y me toca colaborar con el caos sonoro de la
ciudad, formo una banda donde nadie sabía ni tocar un radio, y comenzamos a
hacer rock and roll, con la misma displicencia y entusiasmo que reinaba en el
corazón de muchos adolescentes en los 50’s.
La intención era ser una banda muy al estilo del Pub Rock, con los
mismos estragos escatológicos de The Faces o las bandas de Glam. De
pronto, alguien nos etiquetó como “grupo punk”. Razones: dicen lisuras, llevan casacas negras y tocan mal sus canciones…
El problema es que esa
calificación quedó. Quedó como un mugriento y misterioso Mito. Y por más que
quisimos enterrarlo sacando un disco llamado “A la Mierda lo Demás –
Asesinando al Mito” (1995), el mito sobrevivió. Para bien o para mal.
Es que los mitos siempre
sobreviven. Son rémoras que se engarzan con luxuria de las paredes del
entendimiento social. Entre la mancha subte de aquellos años, NADIE, ninguno de
nuestros colegas de aquella gloriosa mancha del 85, nos calificaba (a Leusemia) como
“punks”. Sólo algunos fans y –por supuesto, los miembros de nuestra insipiente
industria- nos incluían en un fantasioso "mundo punk”. Nuestra apuesta era muy
–digamos- muy “pasada de moda”, rendíamos tributo a los 60’s (en lugar de hacer
un cover de Ramones, tocábamos Saicos), moríamos por los 70’s, por las bandas
argentinas del 72-74, etc… Mientras Raùl, Kimba y yo, hablábamos de Roxy Music, Triumvirat o Chuck Berry, nuestros colegas hablaban de 7 Seconds, Minor Threat o Bad Religion. A mí me jodían diciéndome “Bruce”… porque nunca
ocultaba mi fanatismo por Bruce Springsteen y por sus baladas maravillosas. Es
más, los coleccionistas de fanzines lo saben, porque hay lo que ahora llamamos
“memes”, donde en un número de la revista "Punto de Placer", pusieron la foto de Bruce Springsteen con un globito donde se
leía “No, amigos, no soy Daniel F, soy Bruce”… (Revista Punto de Placer-1985). -Nota Mental: Ahora saldrá algún idiota a decir que los memes se inventaron en el Perú...
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Los 70’s, pee…. Época irrepetible, donde
en cada rincón encontrabas joyas
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