EL AVE DE LA
INTUICIÓN
Muchas veces, la sabiduría se limita a saber cuánto ignoramos del mundo,
y donde los más ignorantes son aquellos que creen saberlo todo. Para muchas
personas, decir “no sé”, encierra debilidad. Para mí, decir “no sé”, encierra
un deseo de seguir aprendiendo, y me recuerda que la vida es un constante viaje
por los caminos de la ilustración. Una nave en la cual, aunque sea como
polizonte, quiero seguir viajando.
Y esto de la sabiduría con respecto a los verdaderos gestores y responsables
de lo que fue la llamada “Movida Subterránea” de inicio de los 80’s, se pierde
en esa incompleta pila de conocimientos y juicios que, las más de las veces,
son el resultado de suposiciones y de una encendida imaginación, más que de
hechos concretos y comprobados. A esto sumémosle todo el tonelaje de amnesias y
recuerdos mutilados de algunos de los que participaron en toda esa Ola de
Renovación Cultural, para tener una sopa muy mal condimentada y notas
desinformantes.
Cuando se habla de Movida Subterránea o de Rock Subterráneo, muchos
inmediatamente ponen su imaginario en Narcosis, Leusemia o Autopsia, así como
la ropa negra, las camisetas pintadas a mano o los conciertos tumultuosos. Los
más diligentes sumarán a esta lista a la banda Kolarock y el grupo poético
Kloaka. Pero fuera de este listado –bastante parcial por cierto- hubo mucha
gente –mucha OTRA gente- que sin su aporte o su presencia, la movida hubiera
sido imposible o tal vez nunca se hubiera sabido de ella y nunca habría empezado.
Acaba de fallecer, precisamente, una de estas personas que, con su oculto
aporte, terminó siendo uno de aquellos fundamentales personajes sin el cual
muchos de nosotros ni existiríamos: mi compadre Alfredo Rosell.
Se apareció en un recital de Leusemia en Miraflores, en 1984, junto con
su equipo de gente que, de manera entusiasta e inédita, venían realizando una
labor de difusión de aquellos nuevos sonidos que estaban brotando en la ciudad
de Lima. Si bien prensa underground a existido desde siempre en
nuestro país, la publicación de Rosell y Co. –llamada Ave Rok- tenía el ingrediente de combinar, sin ningún tapujo, tanto
lo nuevo como lo clásico, tanto los sonidos de ruptura como aquellos que tenían intenciones abierta y descaradamente comerciales, lo cual lo convertía en una
apuesta bastante singular y muy lejos de fundamentalismos idiotas o de
autocensuras.
Con el tiempo, Ave Rok creció en factura y contundencia, organizando los
primeros Festivales de Rock Subterráneo que empujarían a esta singular
corriente hasta el conocimiento público. Luego, Rosell siguió trabajando en
todo lo que inmiscuía música y arte en general. Fue manager de algunos
connotados de la escena (entre otros, Miki Gonzáles) y su presencia fue siempre
muy bienvenida por todos aquellos que tuvimos la dicha de conocerlo.
Solo queda decir: GRACIAS, AMIGO, gracias por haber creído en nosotros
en un momento donde nadie daba un sol por la escena local y menos aún por
aquellos ruidosos y desarrapados “nuevos valores” que se subieron a un
escenario sin saber leer ni escribir. Gracias por tu intuición y gracias por tu
amistad. Te extrañaremos.