miércoles, 2 de diciembre de 2015

UN AMÉN POR LOS RIESGOS ARRIESGADOS



A PROPÓSITO DEL NUEVO DISCO DE AMÉN

El arte que no corre riesgos, no debería llamarse “arte”. Una música que no aborde campos minados o latifundios prohibidos, no merece el esfuerzo de ser escuchada. Estas son ideas que siempre han rondado entre mis entendimientos en el campo de la canción, así como en las praderas siempre combustibles de las ideologías.

 Y el nuevo disco de Amén trae consigo ese riesgo, esa aventura que significa el hacer una producción en una época donde “el disco” ya no tiene ni la presencia ni la solemnidad de hasta hace unos buenos años. Con el agravante de ser –en el colmo de los riesgos- un disco doble, tal y como se hacía en la década de los 70’s. Y eso es seguramente lo que más me impresiona y agrada de este nuevo trabajo de Amén, su insistencia en un color sonoro que para tantos badulaques “modernos”, significa un “retroceso”, un “aburrido sonsonete nostálgico que ya debería de ser expatriado”. Idiotas.

Amén insiste con terquedad indomable, en una manera de componer y grabar canciones tal y como se hacía en los 70s, todo en primeras tomas, casi en vivo, sin artilugios tecnológicos que sólo sirven para disimular o cubrir ineptitudes interpretativas o para dar la falsa imagen de ser alguien “moderno”, a la moda… Con Amén todo es crudeza, inclemencia y severidad en su grado más vertiginoso, es caminar entre las más sonoras y peligrosas cornisas. Es blues y rock tal y como fue concebido en el lejano Delta. Y este “Somos la Gente” es la mejor prueba de ello.



Hay una comunión de ideas en Amén, una conexión de corazones ligados indefectiblemente a las raíces más pesadas del rock, llámese Purple, Zeppelin, Grand Funk o Uriah Heep, así como al pop sesentero y el funky. Y en esa conexión y comunión, están todos los integrantes, el chino Henry, el Nathan, Manuel y por supuesto, Marcelo, compositor y conceptualizador de todo este grato monumento al rock and roll.

Portada: Una presentación muy singular, producto de algún festín o de las visiones que se dan entre los reflejos de un whisky. Son la recreación de 2 de las guitarras de Marcelo (en donde vienen los discos) que incluye un afiche (como en los 70’s) y datos completos.

Síntesis: Amén lleva ya varios discos en el circuito y miles de conciertos en su movedizo haber. Hemos compartido cartel, hoteles y aeropuertos desde hace varios años. Y siempre es una muy grata y risueña experiencia estar cerca a estos Maestros. Y este disco (tal vez el mejor de su carrera) no hace más que re-afirmar el supremo momento por el que está pasando no sólo Amén, sino el circuito de rock peruano en general, donde las apuestas arriesgadas están desterrando a la comodidad de lo fácilmente digerible. ¡Bien por eso!


(Daniel F)

martes, 17 de noviembre de 2015

IMAGINARIO SÁNDWICH QUEMADO








La calle de La Bionda es una vieja angostura que tiene alrededor de 4 o 5 cuadras. Está llena de restaurantes, tiendas de ropa y snacks. Hay un puesto de periódicos donde puedes conseguir ejemplares de varios países, como también libros a precio de caramelo. El punto que más me gusta visitar es un pequeño rincón de música llamado Batuta, donde venden instrumentos, accesorios y discos. Allí suelo conseguir algunas reliquias en vinilo y cuerdas para mi guitarra, instrumento que no domino mucho, pero que me gusta acariciarla de cuando en cuando. En esta calle tan pintoresca, todo tiene un aire un tanto bohemio, y es la ruta preferida de muchos artistas. El Cactus y yo estábamos en una mesita del cafetín Torrado, disfrutando de unos deliciosos panes con algo que nunca pude identificar. Nunca he sido bueno para diferenciar el jamón del pollo o la carne de res del pescado, así como del tipo de verduras que ando comiendo: todo me parece pasto. Estábamos en lo más álgido de la conversa y la degustación de indescifrables menjunjes, cuando en eso llega Randy, un travesti no muy listo pero con buen culo. No es que me gusten este tipo de muchachos, pero si voy a tener por amigo a un delicado crisantemo, al menos que tenga algo bueno para mirar.

- ¿De qué hablan? -preguntó Randy.

- Acá, que el buen Cactus está queriendo convencerme que me una a su nueva banda... -le dije.

- Una de cogoteros, supongo... -dijo el Randy sonriendo.

- No, chivo de mierda... -exclamo el Cactus-. Uno de música electrónica.

- Él cree que tengo talento para componer canciones -le dije

- Yo creo que si -dijo Randy, mirándome tiernamente y dándome un ligero toque con sus dedos.

- Yo también lo creo -dijo el Cactus-. Lamento estar de acuerdo con esta delicada flor, pero tú, Renzo, tienes mucha facilidad para las melodías... Es un don muy especial que no todos poseen....

- ¿Y cómo se llama tu nueva agrupación? -preguntó Randy.

- Imaginario Sándwich Quemado. -dijo Cactus expandiendo sus manos en el aire, como si lo estuviera visualizando en una marquesina.

- Que idiota -dijo Randy.

- Tú que sabes, oe -dijo el Cactus-. Esto es en honor a uno de los grandes: el señor Frank Zappa... Algún día descubrirán que el bueno de Franky es el padre de todos estos algoritmos sonoros que ahora están haciendo bailar a esa retafila de reguetoneros de mierda.

- Yo le pondría: Las Pulgas Más Eléctricas... -dijo la Randy.

- ¿Y por qué "más"? -pregunté.

- Porque ya hay un grupito de menesterosos que se llaman "Las Pulgas Eléctricas"... -dijo Randy- Y Uds. serían "más" electrónicos...

- Este ta cojudo... -dijo el Cactus.

- Ahí anda la Tole -agrego la Randy-, un maricón de mierda que me quitó un chico hace unos meses. La odio. ¡Ay, me cae chinche!


Los tres hemos sido amigos desde muy chicos. Hemos estado juntos desde el colegio. Siempre sacando de apuros al dulce Randy cuando los bravucones querían pasarse de vivos con él. Una vez intentaron violarlo en el baño y el Cactus y yo tuvimos que enfrascarnos en una soberana pelea y agarrar a patadas a esos hijos de puta. Así que cuando Randy decidió dar el gran salto, siempre contó con nosotros. Cambió su nombre a Kuska, pero para nosotros siempre será el atolondrado de Randy.

Cactus resultó en algo más tirado a la música, más a la bohemia. Su nombre verdadero es Ricardo Santero. Desde chiquito estuvo con esos sueños de hacer una agrupación de rock, vivir sin hacer casi nada y tener muchas chicas alrededor. Es muy fan de Frank Zappa. Su primera banda se llamó Ratas Calientes, como un disco de Zappa. Y su última banda se llamó La Revancha de Chunga, como otro disco del finado Maestro. Con esta lleva ya un buen tiempo, aunque igual nadie les da pelota. Es duro el asunto musical. Estando ya establecido, seguramente la puedes pasar bacán. Lo duro es llegar hasta ese punto. Tocan de cuando en cuando y siempre les pagan muy poco... O nada. Solemos juntarnos acá, en el Torrado, casi ya como un rito, en las pausas que nos dan los medio días, como quien almuerza o saborea un entremés. A una calle está la sala de ensayo de Cactus, y en la esquina con San Benancio está la boutique donde Randy trabaja. En eso llega Renna, Renna Vrosovich, mi novia, la escultura más concupiscente que pueda haber circulado por este mundo. Llegó con todo ese garbo de chica autosuficiente, saludando a todos con su acostumbrado y alargado "hola chicooooos..."   


- Hola, chicooooss...

Todos la saludamos. Aunque el saludo de Randy fue un tanto displicente. No le cae muy bien. Peor aún, cuando vio a Renna asestarme uno de sus besos más cinematográficos. Llevo con ella 5 semanas y media. No me gusta mucho. Habla demasiado. Pero en el sexo es brutal. Así que mientras no se aparezca mi princesa soñada, seguiré revolcándome con esta hija de rumanos hasta que el prepucio aguante.

- ¿Supieron lo del Fashion Week? -preguntó Renna.

- Ni mierda -dijimos al unísono el Cactus y yo.

- Uy, eso estará de locos -dijo Randy con ojos de emoción-. La boutique en donde trabajo presentará unos cuantos modelos y su última línea en faldones y botas. Claro, todos son plagios de huevadas francesas, pero por ahí que la hacemos.

- A mi me han encargado supervisar la escenografía -dijo Renna. A lo que el Cactus y yo pusimos cara como que de muy interesados...

- Es la sexta versión en este país -dijo Renna- y va a contar con invitados de varios puntos del globo.

El Cactus y yo nos encodamos a la mesa y escuchamos aburridamente la larga perorata sobre un evento del cual no nos interesaba una mierda. Hasta que Renna dijo que, entre sus muchas funciones, ella tenía el encargo de conseguir a una banda de música electrónica para hacer de fondo, y que los presupuestos para este fin eran bastante abultados. El Cactus de pronto como que se despertó. Peló los ojos y congeló su rostro dejando abierta su boca. Parecía intentar decir algo, pero no le salían más que mudos balbuceos. Me miraba como pidiendo ayuda, pero el muy tarado estaba tan atragantado por la sobre-excitación, que no le salía ni un pincho. Tuve que hablar por él.

- Que casualidad, Renna, acá el Cactus tiene ya muy avanzado su nuevo proyecto de música electrónica.

- Ahora se llaman Endemoniado Sándwich Quemado... -dijo Randy.

- Imaginario! -corrigió inmediatamente el Cactus, sin abandonar su estado de alelamiento y sobre ventilación.

- Eso: Imaginario Sándwich Quemado. Y me estaba proponiendo formar parte de ella.

- ¿Y tú que sabes de música electrónica? -me preguntó Renna, con toda la sorna del mundo-. Nunca he visto que cargues entre tus músicas bajadas de internet, algo que se acerque a lo electrónico. Tú eres puro Elton John y huevadas de rock pesado. Además se va a ver muy sospechoso que en la banda contratada, esté el chico con quien me acuesto.

- No, no, Renna -se apresuró en aclarar el Cactus-, Renzo no está en mi banda, sólo era una propuesta, así como de amigos... Tú lo ves, está ahí, sin chamba, mangueando y gorreando almuerzos... Siempre está medio solo... Si no fuera por ti, este cojudo ya se hubiera lanzado de un puente...

Y así, tras esa breve pero contundente revisión de mis más personales letrinas, acabó mi corta e inexistente carrera musical. Se desvaneció mi exigua posibilidad de ingresar al mundillo de escenarios luminosos y mujeres fáciles. Sólo me quedó el consuelo de ver, con mucha gracia, al pobre de Cactus intentando salvar un posible laburo que lo podría sacar momentáneamente del ahorcamiento económico, y con buenas posibilidades para futuros pasos en el ramo de la música, territorio que yo no entiendo mucho, pero cuyas complicaciones conozco gracias a las revistas y a los pocos amigos que andan en chamba tan jodida.

Al final, el Cactus se fue con Renna hasta las oficinas del Fashion Week, mientras que la Randy también se despedía lanzándome un beso con los dedos. Tenía que regresar a su trabajo en la boutique. Así que me quedé ahí, solo, sentado por un rato más, con mi café a medio tomar y mi sándwich envolviendo algo que nunca pude identificar.


Bien dicen que la música puede ser muy agradable como chamba. Te pinta muchos pajaritos y algodonados cielos. Pero también se sabe que puede abandonarte en el momento menos esperado. Incluso, como ahora, que te abandona sin que ni siquiera hayas comenzado.


martes, 10 de noviembre de 2015

URGH! ...UN HAZ DE LUZ PARA PELEAR


 
cartel cortesía de arkivperu.com






La cola se hacía cada vez más y más extensa. Nadie de nosotros podía ocultar el enorme entusiasmo ante el suceso que estábamos todos por ver. No era una película, no era un Documental de Rock… Para todos los allí que esperaban, esto era UN CONCIERTO … Un enorme Festival donde íbamos a ver a Gary Numan, Toyah Wilkox, OMD, Steel Pulse, Devo, The Police, The Cramps, Chelsea, 999, Athletico Spizz80, Surf Punks, Invisible Sex, Wall of Voodoo y cien más… Nuestra soledad en la pradera de la música, nos hacía ver estos fortuitos sucesos como si fueran lo más importante del Universo. Ya lo habíamos sentido al ver Woodstock, Monterrey Pop o Pink Floyd en Pompeya. Nuestro aislamiento del mundo del rock nos empujaba a vivir entre la fantasía y la resignación, entre tener que soportar las casi nulas ediciones locales de discos de rock (muchas de ellas mutiladas) y la ausencia de grupos peruanos o conciertos locales, que se dignen en alzar el cuello por entre tanta afonía y nuestra ancestral costumbre imitativa.

“Urgh! A Music War” se estrenó en nuestro país a inicio de los 80’s.  La presentaban como el haz de luz que separaba una década de la otra (la antítesis de los 70’s, lo llamaban algunos). La primera vez la vi en un cine de Lima. Luego la vi en una sala de Miraflores (luego la vería en cuanta sala la presenten). En la primera, la gente estaba muy entusiasta. Pero en el segundo el público era un apocalipsis incontrolable. Algunos muchachos habían ido con el atavío de rigor, las camisetas conmemorativas, los pantalones rotos y los pelos parados. Saltaban, cantaban, se tiraban al suelo… Por alguna dichosa razón, yo no podía dejar de sonreír. Hasta allá me fui con mi compadre de andanzas el Edwin Núñez, quien luego será más conocido por el alias de Edwin Zcuela, cuando formó su banda Zcuela Crrada en 1984. Ambos ya teníamos la suficiente sapiencia contracultural como para poder disfrutar al 100% de tan tremendo monumento fílmico. Claro, en esos días ambos seguíamos siendo unos incondicionales fans de Bruce Springsteen, los Faces y el rock progresivo (cosa que no cambió nunca).


Urgh! la vi varias veces. Y en cada una se repetía la misma y muy entusiasta respuesta. Lógicamente había a quienes la película les parecía todo un asco. Mientras uno hacía cola, te cruzabas con los que salían de la función anterior. Y no faltaban algunos que a viva fuerza vociferaban: “¡Esta película es una mierda!”… Otro, un badajuelo y hipposo pelilargo de modales igual de perdularios, decía: “¡Que grupos más malos! ¡No entren, no pierdan su tiempo! ¡Todo eso es una cagada!”… Y lo decían con tal bronca y convicción que simplemente te daba pena ver a esos pobres sujetos sintiéndose estafados. Seguramente, alguno de aquellos irritados ciudadanos, habrá visto en Urgh, el futuro de la música… Habrá visto que la vida ha seguido caminando sin ellos, y que los nuevos sones llegaban con la amenaza de poner en olvido todo lo anterior.



Lógicamente, los que ya habíamos visto la película y estábamos regresando para verla de nuevo, sonreíamos ante estos arranques de energúmeno disgusto. Nosotros ya habíamos encontrado un resquicio en ese encierro tan lacrado que significaba el ser joven en Lima a inicio de los 80’s. La vida nos estaba mostrando una salida. Y ante estas nuevas corrientes que llegaban, la vida nos estaba dando a comprobar que no estábamos ni tan locos, ni tan confundidos, ni tan solos. --- (Daniel F)

martes, 3 de noviembre de 2015

ENCONTRANDO IDENTIDAD ENTRE LA "MONERÍA IMITATIVA"


foto: Caretas, Mayo 1982






En estos días, para tranquilidad de mi alma y mi cordura psiquiátrica, varios escritores locales se han propuesto desbaratar toda esa serie de vergonzosas retahílas que pretendían ubicar a nuestro país como el origen de muchas de las corrientes musicales que hoy pueblan el universo sonoro en el mundo. Ya era hora, pues hasta hace un año, cada 3x4 saltaban una sarta de energúmenos ciudadanos lanzando orondos y descarados axiomas donde encontrábamos que el heavy metal se inventó en el Perú, que la fusión es una ocurrencia local, que Melcochita le enseñó a cantar a Jim Morrison o que el punk rock se inventó en Lince… A esto podríamos incluir un par de notas y un libro de mi autoría sobre estos temas que, en el desbarrancado atolondramiento de los mitómanos, algunos no han tenido más remedio que aceptar que exageraron un poquito, y reconocer que el heavy no es cholo y que el punk nunca fue una genialidad peruana.



La verdad, nuestro país suele estar siempre en la cola y en la monería imitativa, antes que en el desarrollo de una identidad local y propia. Precisamente, hace una semana subí al Muro de esa comunidad de Facebook llamada FaceRock, una nota aparecida en la revista Caretas, en Mayo del 82, donde se hablaba de “una fiesta punk”, eventos que ya se daban en nuestra ciudad desde 1979, donde el requisito inapelable para entrar, era que tenías que disfrazarte de punk. Por supuesto, entre la concurrencia debe haber habido (tiene que haber habido) alguien a quien el punk le haya interesado de manera menos frívola, y buscaría saber qué se siente estar con un atavío punkeke y estar rodeado de imperdibles, corbatitas delgadas y de tanta gente vistiendo tan rebeldes y relampagueantes uniformes.

Foto: Caretas, Mayo1982


Yo entendí siempre que el punk, antes que los mechones coloreados, los mohicanos atrevidos y la música atronadora, era una actitud ante el mundo; una manera de encarar la furia y la hostilidad de un planeta que nos cantaba en todos los idiomas, que tus sueños nunca se van a cumplir. Era la búsqueda de un espacio, de un lugar donde poder sentir que uno no estaba solo. Muchos, en ese inmenso y sordo aislamiento, al menos queríamos saber a qué suenan los Ramones y qué volumen tienen los Pistols. Recuerden que era finales de los 70s e inicio de los 80s, todavía no había Internet y el Cable no era lo que hoy es. Por lo tanto, conseguir música era imposible. Al menos imposible para tipos como yo, que sólo podríamos acercarnos a los fenómenos del rock a través de alguna nota en una revista o teniendo la suerte de contar con un amigo que tenga discos. Así que, en parte, el chiste de ir “a esas fiestas”, era poder saber a qué suenan los Buzzcocks, cómo son The Jam y conocer el nuevo sonido que traían los New Waves y los tecno-pop’s.
  
Antes de la aparición en Lima del llamado Rock Subterráneo, las pintas “punkis” las encontrábamos únicamente en las fiestas de El Mediterráneo (en Miraflores), la No Disco (en Shell) o en la BizPix (en Pardo). Nunca estuve en esos lugares. No tuve la suerte o el dinero para ir a esos sitios. Pero es innegable que, nos guste o no, fueron ésos los territorios donde algunos iniciaron sus correrías por el mundo del punk rock y de la música en general, y donde algunos, venga la paradoja, encontraron su identidad entre tanta “monería imitativa”. 
(Daniel F)


lunes, 3 de agosto de 2015

SOBRE ETIQUETAS, ESTRANGULAMIENTOS y MITOS

Los apelativos que le ponen a determinadas corrientes musicales, en muchos casos, suelen definir muy bien el sonido de quienes se apuntan con estas tendencias (por ejemplo: el Blues, el Tango, el Rap, el Hip Hop, el Reguetón, el hardcore, el Jazz… son membretes donde no suele darse ninguna sorpresa a la hora de oír a los artistas que responden al mote). Pero cuando escuchamos que una banda hace “punk” o hace “rock progresivo” o “rock clásico” (¿?)… la verdad, se está un poco perdido. Extravío sónico que se da al menos entre quienes sostenemos una idea mucho más amplia e ideológica, acerca de estos nobiliarios apelativos.

Sobre esto hablé ayer con mi compadre Quique Max Rockero, un espléndido miembro del grupo de Facebook llamado Face Rock, un sitio donde la sabiduría acerca de los predios del rock and roll, navega sobre niveles francamente envidiables y didácticos. Y ahí puse que las bandas setenteras del punk rock, hacían un tributo innegable a la década de los 60’s: The Jam eran los Who, los Pistols eran MC5 y los Ramones eran unos achorados Beach Boys. Le dije que mi banda favorita de aquella mancha, sigue y seguirá siendo The Stranglers, unos maleadazos herederos del garaje que incluía teclados, canciones largas y muchas ganas de caer mal, con un sonido oscuro, como de novela policial, letras nada intelectuales ni sesgos politizados.





La industria de la música, cuando ve algún fenómeno que no entiende, pues, para comenzar, le asesta de frente el mote de “underground” (subterráneo), mote provisional hasta que la banda se “cuaje lo suficiente” como para después recibir una etiqueta mucho más determinada. Cuando los Stranglers comenzaron a dar concierto tras concierto desde 1974 hasta 1976 (un par de años donde dieron –dicen- más de 350 shows), fueron admitidos en la parcela del llamado “Pub Rock”, un refugio por donde transitaban docenas de bandas con un sonido tan particular y tan desgarrado, que se les identifica como el antecedente más preclaro de lo que luego sería el punk rock inglés. En ese “rock de pub” hervían los Dr. Feelgood, The Wild Angels, Brinsley Schwarz, Graham Parker and the Rumours, Egg Over Easy, The 101, etc... Y ahí fueron a parar los Estranguladores. Pero esto fue sólo hasta la llegada oficial del punk rock, porque ya para 1976-77, la Industria los envolvió en el costal del punk. Claro, luego, en los 80’s, la misma Industria que bautiza y re-bautiza propuestas, los llamó “New Wave”… Y luego “Góticos” (¿?)….




Mi amigo Quique tenía una historia un poco rara acerca de mi vida musical. Él pensaba que yo había comenzado a caminar por las medusas del rock, envuelto en rockerísimos aires de punkrocker. Y que luego “fui seducido por el rock progresivo”, lo que hizo que mis discos comenzaran a destilar una apuesta ideológica mucho más neurótica y mucho más elaborado en las llanuras musicales. Cuando en realidad ha sido totalmente a la inversa. Yo comencé enamorado del rock progresivo, y en el camino me encontré con el punk rock. Yo crecí como muchos otros muchachos que nacieron en los albores de los 60’s, escuchando Beatles, Stones, Cream, Hollies… Luego Woodstock, el hipismo, el rock progresivo, el Kraut Rock, el Glam, etc, etc. Desde los 70s estoy enamorado de Pink Floyd, Rod Stewart y T.Rex. Así que cuando llegan los 80’s, y me toca colaborar con el caos sonoro de la ciudad, formo una banda donde nadie sabía ni tocar un radio, y comenzamos a hacer rock and roll, con la misma displicencia y entusiasmo que reinaba en el corazón de muchos adolescentes en los 50’s.  La intención era ser una banda muy al estilo del Pub Rock, con los mismos estragos escatológicos de The Faces o las bandas de Glam. De pronto, alguien nos etiquetó como “grupo punk”. Razones: dicen lisuras, llevan casacas negras y tocan mal sus canciones… 

El problema es que esa calificación quedó. Quedó como un mugriento y misterioso Mito. Y por más que quisimos enterrarlo sacando un disco llamado “A la Mierda lo Demás – Asesinando al Mito” (1995), el mito sobrevivió. Para bien o para mal.

Es que los mitos siempre sobreviven. Son rémoras que se engarzan con luxuria de las paredes del entendimiento social. Entre la mancha subte de aquellos años, NADIE, ninguno de nuestros colegas de aquella gloriosa mancha del 85, nos calificaba (a Leusemia) como “punks”. Sólo algunos fans y –por supuesto, los miembros de nuestra insipiente industria- nos incluían en un fantasioso "mundo punk”. Nuestra apuesta era muy –digamos- muy “pasada de moda”, rendíamos tributo a los 60’s (en lugar de hacer un cover de Ramones, tocábamos Saicos), moríamos por los 70’s, por las bandas argentinas del 72-74, etc… Mientras Raùl, Kimba y yo, hablábamos de Roxy Music, Triumvirat o Chuck Berry, nuestros colegas hablaban de 7 Seconds, Minor Threat o Bad Religion.  A mí me jodían diciéndome “Bruce”… porque nunca ocultaba mi fanatismo por Bruce Springsteen y por sus baladas maravillosas. Es más, los coleccionistas de fanzines lo saben, porque hay lo que ahora llamamos “memes”, donde en un número de la revista "Punto de Placer", pusieron la foto de Bruce Springsteen con un globito donde se leía “No, amigos, no soy Daniel F, soy Bruce”… (Revista Punto de Placer-1985). -Nota Mental: Ahora saldrá algún idiota a decir que los memes se inventaron en el Perú...

Será por eso que suelo dedicar mi vida a descuartizar y enterrar mitos (los que leen mis libros, lo saben), y agradezco a esa feligresía que sabe apreciar el trabajo de los artistas por SU trabajo, mucho más allá de las etiquetas que te quiera imponer la IndustriaLa Industria o un descolocado Mito.        


Los 70’s, pee…. Época irrepetible, donde en cada rincón encontrabas joyas   

sábado, 27 de junio de 2015

TÍO, ¿ERES GAY?






por DANIEL F .... el machazo!



Ya que acostumbro a hacer artículos y hasta canciones a favor de la diversidad y la tolerancia, algunos despistados me preguntan: “Tío, eres Gay?”… Como si la respuesta fuera importante. Y siempre les digo lo mismo y con el mismo buen humor que me caracteriza: “NO, BABOSO”. No soy Gay, pero me solidarizo con su lucha. 

Para tranquilidad de los fans homofóbicos o para desencanto de los que pertenecen a la orilla del Arco Iris, les digo que aún NO di ese gran salto evolutivo que pondría a la humanidad en el más aspirado pansexualismo. Como ya lo dije en un anterior artículo, todavía sigo siendo un heterosexual de potrero, con todas sus pajas y todos sus ensueños. Un territorio del que difícilmente me vaya a mudar, así sigan viéndome en los desfiles del Orgullo Gay y apoyando las heroicas y necesarias marchas que buscan la Unión Civil. 


El problema conmigo, a pesar de mi indesmayable solidaridad para con mis amigos multicolores, es que sigo siendo DEMASIADO MACHO. Yo soy de los Machos que no ven telenovelas, detesto lo edulcorado y se rehúsan a aprender a bailar. Cuando acompaño a mi novia a ir “de compras”, me quedo por ahí, perdido, un poco como satélite abandonado, dando vueltas sin ningún sentido. Luego me doy cuenta que no soy el único, y veo a otros esposos, novios o hermanos, igual que yo, esperando que acabe tamaña faena. Por eso, en los centros comerciales debería existir un espacio para “los machos que esperan”, que incluyan mullidos muebles y revistas para hombres, una pantalla de televisión y amables señoritas que hagan que esta experiencia de ir “de compras con la consorte”, se vuelva una aventura un poquito menos tortuosa.


Por otro lado, en el mundo de la música, es muy sencillo sacar a alguien que es Gay, tanto por la música que escucha como por la que interpreta. Por ejemplo si escucha música clásica o Jazz Progresivo, es un tipo elegante, bastante hombrecito. Si escucha Punk Rock extremo o Heavy Metal, es definitivamente Machazo, tan macho como Halford y Freedy Mercury.

Si escucha a Silvio Rodríguez, Elthon John o Alex Ubago, es “delicado” y “sensible”... tirando para “medio chivo”. Si escucha afiebradamente Disco Music o canta con una efusividad exagerada “A quien le importa…”… pues algo debe suceder en sus calenturientas balumbas.

Pero si tiene el afiche de todos los muchachos de Combate y si no se contenta con aconsejarte acerca de tu cabello, sino que él mismo te quiere peinar… pues, eso es ya un escándalo de proporciones cipriánicas!

 

Pero bueno, como no soy Gay y el ejercicio de escribir también se ve como una gimnasia de mariconazos, acá nomás lo dejo. Chau!  

 

 

PD:  Y tú, amigo lector ¿cuánto marca el termómetro de tu asteriscósoro?
















sábado, 6 de junio de 2015

MODESTAS SUGERENCIAS PARA NO HACER UN PAPELÓN (MÁS) EN CHILE



Nuestra inefable selección de fútbol, al menos en las últimas décadas, se ha caracterizado por dar los más sonoros papelones en cuanto a competencias internacionales. Toda la nación ha presenciado a nuestro taciturno equipo, ocupar perennemente los últimos lugares en el concierto universal del balompié, mientras nuestros más jóvenes ciudadanos, jamás han visto a nuestra selección, clasificar a un Mundial.  Países como Venezuela, Bolivia, Jamaica o Ecuador andan diciendo que "gracias a Dios existe Perú…”, porque nuestra presencia les asegura que NO van a ocupar el último lugar... Este tipo de declaraciones, nos envuelven en la peor flema del oprobio. Por eso, yo, como buen ciudadano, patriota y consciente, estoy enviando a la Comisión Deportiva Nacional, unos modestos tips, a ver si así dejamos de enlodar nuestra delicada y masoquista sensibilidad blanquiroja. Por supuesto se aceptan otras sugerencias.



1- Enviarle al equipo rival, algunas de nuestras más conspicuas vedettes y enredarlos en ampays y alborotos. Esto hará que algunos equipos se vean disminuidos moral y psicológicamente, e incluso, tal vez hasta terminen retirándose del Campeonato. El único problema con este punto, es que nuestros jugadores (tan burros como siempre) van a querer participar de estos escándalos, lo cual (también) nos dejaría sin equipo.

2- Ver la manera de colocar -discretamente- un panel de vidrio irreflectante y velado entre los tres palos del arco. Esto hará de nuestra valla, la más inexpugnable del torneo.

3- Solicitar al Comité que, por ser Perú un caso especial, cada derrota nuestra nos de 2 puntos a favor, un empate 3 y un triunfo (lo cual sería una hazaña inenarrable) debería significarnos unos 5 puntazos. Ah, e insistir en comenzar el torneo con una ventaja de 3 puntos y 8 goles a favor.

4- Enviarle a las delegaciones rivales, sonoros comunicados como si hubieran sido lanzados desde la FIFA, diciendo que el evento de Chile se realizará en Bogotá, Colombia, lo cual haría que, al menos los primeros encuentros, los ganaríamos por walkover.

5- No jugar.



viernes, 22 de mayo de 2015

ESTANISLAO RUIZ FLORIANO

EL ÚLTIMO ROMÁNTICO EN UNA SEMANA QUE NO HA SIDO MUY ATENTA 



Estos últimos días de Mayo han sido devastadores. La muerte ha estado cosechando nuevos amigos entre el parnaso del rock local. A la lamentable desaparición física de Tito Rojas, de la banda Los Silvertons (16/5/15), se sumó la de Pancho Guevara, baterista de los Saicos (18/5/15), una bomba que, en lo personal, me golpeó demasiado y a quien –seguramente- le dedicaré un espacio en algún momento, cuando la congoja me deje. Ambos músicos, pertenecen a la gloriosa promoción de los años 60.



Pero el motivo de este artículo, es por otra triste noticia, la del fallecimiento de Estanislao Ruiz Floriano, una de las personalidades más insistentes y apasionadas por nuestro inestable circuito de rock, uno de esos tipos románticos que aparecen uno cada cincuenta años y uno de los pioneros en esto de la prensa underground (o “subterránea”) en el Perú. Su pluma estuvo recalcando hasta el último día de su vida por un encuentro con un circuito de rock con tonalidades propias, con una identidad y un reflejo que nos caracterice.

En 1972 edita una publicación llamada simplemente “Rock”, tan simple como un suspiro, pero tan sólida y contundente como una aplanadora. Desde esos días ya reclamaba un rock “cantado en castellano”, algo que, para muchos en la actualidad, les puede resultar inexplicable. Fue todo un precursor y un creyente acérrimo en aquella joven música que aún no terminaba de crecer.

Su vena insistente lo empujó a publicar más revistas: Rock del Sur, Rocka, New Wave, Son… Y hace muy poco, coronó su anhelo de publicar su primer y único libro: “No es Solo Rocanrol (el Lenguaje de la Ciudad)”, una serie de crónicas de aquellos años donde imprime su personalísima visión de este sonoro fenómeno de masas. Recuerdo que un día fui a la casa de Guillermo Llerena Godoy (otro fundamental en la música de este país) quien, a fines de los 70’s, me obsequió justamente un boletín llamado “Rock”, editado por Estanislao, donde anunciaba (o exaltaba) un nuevo conteo regresivo para el despegue de una escena rockera en el país. Aquel boletín catapultó mi imaginación y mi entusiasmo hasta los confines más inextinguibles. Vi que estaba por suceder algo en esta ciudad, algo grande, y yo quería participar de todo eso. Pocos meses después ya estaba dándole a los primeros ensayos con el futuro Leusemia.



Esta semana, definitivamente, no ha sido muy atenta, hubo ventiscas de fuego y ojos de tormenta… De la noche a la mañana, desaparecieron varios amigos muy importantes en la historia del rock local. Solo podemos decirles: GRACIAS, gracias por todo y a seguir en la pelea, tal como ellos siempre lo pregonaron.






miércoles, 13 de mayo de 2015

RÁPIDOS Y CONFUSOS - Mi día como impulsador

UNA LOCURA DE DEMENCIALES LOCURAS



El mundo de las empresas y el mercado, tiene sus propios códigos y jergas. Así que cuando la compañía de instrumentos musicales Music Market me dijo que necesitaba “dos impulsadores” para uno de sus días de remate y locura (“todo al 50 y hasta al 60%!!”), pues yo no sabía si querían que les consiguiera un par de desapacibles y rústicos fortachones para “impulsar” bultos o cargar corpulencias… o un par de señoritas de buenas formas y exorbitante glamour para “impulsar” los ojos y seduzca al boquiabierto cliente. Pasado el instante de confusión, les dije que yo, personalmente, me encargaría de llevar a estos antedichos e impulsados personajes.

Comencé a buscar guitarristas que conozcan del tema, pero por ser día martes y que el asunto era estar TOOOODO el día ahí, pues muchos dijeron que no. Pero logré conseguír al extraordinario guitarrista Max Antonio Peña, intérprete enraizado en la furia de los 70’s, que hace tributos a Sabbath y es parte de la banda del Dr. Poggy. Así que solo me quedó buscar el segundo elemento. Y para esto tuve que ir a la cola, en las afueras de la tienda. Allí encontré a Naldo, un compadrito que ya había visto tocando guitarra en el Centro Comercial Cantuarias. Le pregunté si quería chambear unas horas en la tienda, y ni huevón iba a decir que no. Listo, el equipo ya estaba completo, y estábamos totalmente decididos y resueltos ante el gran aluvión de clientes que ese día se esperaba.

Nuestro sector era el de guitarras y amplificadores. Nos pusieron amplificadores Fender Champion, Yamaha TR5, Pevey, Line6, Rumble, LowDown y la variable Mustang de la casa de Leonidas. Amén de todo el lote de amplis que estaban sembrados por la tienda. Guitarras habían mil, entre eléctricas y acústicas: Jackson, Yamaha, Gretsch, Takamine y cientos de Fender y su travieso hijito Squier. El asunto era orientar al cliente, hacer que prueben los instrumentos de su elección, que revisen bien lo que van a llevar, no empujarlos a comprar por comprar, sino que realmente sientan que el equipo que están llevando, es lo que realmente desean.



Las puertas se abrieron y comenzó el desquicio. Yo que pensaba simplemente sentarme a mirar y eventualmente pulsar alguna guitarra, de pronto me vi envuelto en una marea de consultas, preguntas, consejos, decisiones, advertencias, arbitrajes y correteaderas. Me vi ayudando a curiosos e indecisos, a desesperados y dudosos, a rápidos y confusos. “¿Cuál es mejor: Fender o Jackson?”, “¿Qué me recomiendas, este Mustang 2 o el Mustang 3?”, “¿Puedo probar este bajo?”, “¿Dónde están las trompetas?”, “¿Por qué la guitarra tiene 6 cuerdas si mi mano derecha solo tiene 5 dedos?”,  “¿Por qué para apagar mi compu, hay que ir al botón de INICIO?”, “¿Por que "separado" se escribe todo junto y "todo junto" se escribe separado?”, “Si hablan del Medio Oriente ¿dónde está la otra mitad?”, “¿Por qué si los borrachos siempre dicen la verdad, cuando están borrachos dicen que No lo están?”, “¿Por qué eres tan feo?”…



Fue una locura de demenciales locuras y desquiciados sucesos que se tornó en una locura de demenciales locuras y de desquiciados sucesos. Un loquerío que no se detuvo sino hasta las 8 de la noche. De pronto vimos la tienda semi-vacía, poblada de cientos de envolturas desoladas y vendedores agotados. El local parecía haber sido víctima de un tifón o de una turba de saqueadores y coleccionistas musicales. Fue un éxito total.




En líneas generales, me divertí como chancho en fango nuevo. Fue una experiencia muy linda y gratamente motivadora. Excitante. Pero ahora, cuando me pidan “un par de impulsadores”, mejor lo mando al Alex Joffre y al Hans Gamarra. Que para tifones, demencias y loqueríos, suficiente con mis gatos.


Toño, Naldo y yo, en la foto final al final de un gran día. ---- foto: Tania Martinez.