EL ÚLTIMO ROMÁNTICO EN UNA SEMANA QUE NO HA SIDO MUY ATENTA
Estos últimos días de Mayo han sido devastadores. La muerte
ha estado cosechando nuevos amigos entre el parnaso del rock local. A la lamentable
desaparición física de Tito Rojas,
de la banda Los Silvertons (16/5/15), se sumó la de Pancho Guevara, baterista de los Saicos (18/5/15), una bomba que, en lo personal, me golpeó
demasiado y a quien –seguramente- le dedicaré un espacio en algún momento,
cuando la congoja me deje. Ambos músicos, pertenecen a la gloriosa promoción de
los años 60.
Pero el motivo de este artículo, es por otra triste noticia,
la del fallecimiento de Estanislao Ruiz
Floriano, una de las personalidades más insistentes y apasionadas por
nuestro inestable circuito de rock, uno de esos tipos románticos que aparecen uno
cada cincuenta años y uno de los pioneros en esto de la prensa underground (o “subterránea”) en el Perú. Su pluma estuvo recalcando
hasta el último día de su vida por un encuentro con un circuito de rock con tonalidades
propias, con una identidad y un reflejo que nos caracterice.
En 1972 edita una publicación llamada simplemente “Rock”, tan simple como un suspiro,
pero tan sólida y contundente como una aplanadora. Desde esos días ya reclamaba
un rock “cantado en castellano”, algo que, para muchos en la actualidad, les
puede resultar inexplicable. Fue todo un precursor y un creyente acérrimo en
aquella joven música que aún no terminaba de crecer.
Su vena insistente lo empujó a publicar más revistas: Rock
del Sur, Rocka, New Wave, Son… Y hace
muy poco, coronó su anhelo de publicar su primer y único libro: “No es Solo
Rocanrol (el Lenguaje de la
Ciudad )”, una serie de crónicas de aquellos años donde
imprime su personalísima visión de este sonoro fenómeno de masas. Recuerdo que
un día fui a la casa de Guillermo Llerena Godoy (otro fundamental en la música
de este país) quien, a fines de los 70’s, me obsequió justamente un boletín
llamado “Rock”, editado por Estanislao, donde anunciaba (o exaltaba)
un nuevo conteo regresivo para el despegue de una escena rockera en el país. Aquel
boletín catapultó mi imaginación y mi entusiasmo hasta los confines más inextinguibles.
Vi que estaba por suceder algo en esta ciudad, algo grande, y yo quería
participar de todo eso. Pocos meses después ya estaba dándole a los primeros
ensayos con el futuro Leusemia.
Esta semana, definitivamente, no ha sido muy atenta, hubo
ventiscas de fuego y ojos de tormenta… De la noche a la mañana, desaparecieron
varios amigos muy importantes en la historia del rock local. Solo podemos
decirles: GRACIAS, gracias por todo y a seguir en la pelea, tal como ellos siempre lo pregonaron.
Donde puedo encontrar el libro. - “No es Solo Rocanrol (el Lenguaje de la Ciudad)”
ResponderEliminarEso también quisiera saber yo, Mersault... Habría que comunicarse con la gente del Centro Comercial Cantuarias, Miraflores...
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