domingo, 1 de febrero de 2015

LOS GIGANTES DEL HIELO










SOBRE CÓMO NOS ENFRENTAMOS A LOS GRANIZOS CASEROS

Cuando a finales de los 70's, yo estaba a la búsqueda de un nombre para mi banda, uno de estos era "Adarve  Adamúa y la Banda de las Refrigeradoras Averiadas"... En estos días, este asunto de las refrigeradoras, ha regresado con fuerza a mi casa. Mi novia, que siempre tiene la razón, me ha estado insistiendo en cambiar la refrigeradora. El armatoste es de esos gigantes antiguos que jalan mucha corriente y reproducen hielo como en un antártico Big Bang, hasta el punto de no poder cerrar bien las puertas por tanta escarcha acumulada. Yo siempre le dije que "todavía no", que el amarillento coloso que tenemos en un rincón de la cocina "todavía da para un tiempo más". Así que, aprovechando mi último día libre en este mes de vacaciones, y aprovechando estas olas calurosas que envuelven a nuestra sudosa Capital, decidí ponerme a limpiar tan infamado artilugio.

Generalmente, lo que hago es desconectar al congelante amigo, y procedo a abrir sus compartimentos para que vaya deshielando sólo. Con esa dinámica, todo se derrite, y voy botando el agua y listo. Hasta hace unos años, para acelerar el proceso, agarraba un destornillador y una comba y le metía con todo, desprendiendo a viva fuerza los trozos de hielo engarzados a las paredes del freezer. Si no era un destornillador, bien valía un cuchillo de carnicero y un martillo.

Esto fue así, hasta que mi novia me vio en tan trogloditas andanzas, y me dijo que dejara de hacer tamaña salvajada, pues podría terminar malogrando el sistema. "Yo soy Anarquista" le dije "y por tanto estoy predestinado a echar abajo cualquier estructura o andamiaje que sostenga a algún despótico Sistema"... Lógicamente, como respuesta, recibí una grave mirada en forma de latigazo, que tiró abajo todas mis ínfulas anarco-refrivolucionarias.

Pero lo de hoy, no fue ni por combas ni por cinceles. Resulta que ya estaba casi limpia toda la cavidad congeladora, sólo me faltaba un contorno que bien hubiera quedado así y proceder a enchufar el aparato y volverlo a accionar. Pero por algún retroceso en mi naturaleza cromañónica, tomé un pequeño cuchillo de sierra, y comencé NO a golpear el hielo que quedaba, sino a serrucharlo de manera suave, como para que termine -de una vez- de limpiar el último contorno que quedaba. Y lo siguiente fue que algo reventó. De pronto comenzó a salir un gas transparentoso de manera muy sonora, como cuando alguien le mete un navajazo a una llanta. Era el gas refrigerante que se comenzó a escapar casi casi en frente de mis ojos. Yo mire la fuga y dije "ya la cagué"...

El gas terminó de salir y procedí a abrir todas las puertas y ventanas que pude. Revisé la superficie y vi que, efectivamente, había una pequeña grieta que, googleando googleando, vi que era imposible de tapar así nomas. Luego (también vía Internet) vi que el gas ese que se había escapado, no era un elemento muy tóxico que digamos, así que no hubo mucho de qué preocuparse. Pero igual, tuve que guardar los alimentos en otro lado, y seguir dejando abiertas las ventanas, por si acaso.  




Bueno, ya que mi novia tanto me reclamaba que deberíamos comprar una nueva nevera, menos gastadora y más ecológica, me estoy dirigiendo a algún sitio donde pueda conseguir una, y eso si, totalmente curado de seguir queriéndole meter cuchillo a estos pobres armatostes, que sólo cumplen con su gélido y granizado deber.