SOBRE CÓMO NOS ENFRENTAMOS A LOS GRANIZOS CASEROS
Cuando a finales de los 70's, yo estaba a la búsqueda de un nombre para mi banda, uno de estos era "Adarve Adamúa y la Banda de las Refrigeradoras Averiadas"... En estos días, este asunto de las refrigeradoras, ha regresado con fuerza a mi casa. Mi novia, que siempre tiene la razón, me ha
estado insistiendo en cambiar la refrigeradora. El armatoste es de esos
gigantes antiguos que jalan mucha corriente y reproducen hielo como en un
antártico Big Bang, hasta el punto de no poder cerrar bien las puertas por tanta
escarcha acumulada. Yo siempre le dije que "todavía no", que el
amarillento coloso que tenemos en un rincón de la cocina "todavía da para un tiempo más". Así que,
aprovechando mi último día libre en este mes de vacaciones, y aprovechando
estas olas calurosas que envuelven a nuestra sudosa Capital, decidí ponerme a
limpiar tan infamado artilugio.
Generalmente, lo que hago es
desconectar al congelante amigo, y procedo a abrir sus compartimentos para que
vaya deshielando sólo. Con esa dinámica, todo se derrite, y voy botando el agua y listo. Hasta hace
unos años, para acelerar el proceso, agarraba un destornillador y una comba y
le metía con todo, desprendiendo a viva fuerza los trozos de hielo engarzados a
las paredes del freezer. Si no era un destornillador, bien valía un cuchillo de
carnicero y un martillo.
Esto fue así, hasta que mi
novia me vio en tan trogloditas andanzas, y me dijo que dejara de hacer tamaña salvajada, pues podría terminar malogrando el sistema. "Yo soy
Anarquista" le dije "y por tanto estoy predestinado a echar abajo cualquier
estructura o andamiaje que sostenga a algún despótico Sistema"...
Lógicamente, como respuesta, recibí una grave mirada en forma de latigazo, que tiró
abajo todas mis ínfulas anarco-refrivolucionarias.
Pero lo de hoy, no fue ni por
combas ni por cinceles. Resulta que ya estaba casi limpia toda la cavidad
congeladora, sólo me faltaba un contorno que bien hubiera quedado así y
proceder a enchufar el aparato y volverlo a accionar. Pero por algún retroceso
en mi naturaleza cromañónica, tomé un pequeño cuchillo de sierra, y comencé NO
a golpear el hielo que quedaba, sino a serrucharlo de manera suave, como para
que termine -de una vez- de limpiar el último contorno que quedaba. Y lo
siguiente fue que algo reventó. De pronto comenzó a salir un gas
transparentoso de manera muy sonora, como cuando alguien le mete un navajazo a
una llanta. Era el gas refrigerante que se comenzó a escapar casi casi en
frente de mis ojos. Yo mire la fuga y dije "ya la cagué"...
El gas terminó de salir y
procedí a abrir todas las puertas y ventanas que pude. Revisé la superficie y
vi que, efectivamente, había una pequeña grieta que, googleando googleando, vi
que era imposible de tapar así nomas. Luego (también vía Internet) vi que el
gas ese que se había escapado, no era un elemento muy tóxico que digamos, así
que no hubo mucho de qué preocuparse. Pero igual, tuve que guardar los
alimentos en otro lado, y seguir dejando abiertas las ventanas, por si acaso.
Bueno, ya que mi novia tanto
me reclamaba que deberíamos comprar una nueva nevera, menos gastadora y más
ecológica, me estoy dirigiendo a algún sitio donde pueda conseguir una, y eso
si, totalmente curado de seguir queriéndole meter cuchillo a estos pobres
armatostes, que sólo cumplen con su gélido y granizado deber.