martes, 12 de enero de 2016

EL MAL INQUILINO







Yo pensé que ya había superado (un tanto al menos) mi inclinación a llorar desconsoladamente ante algún suceso luctuoso. Lo de Chris Squire (bajista de mis adorados Yes) o lo de Lemmy (Motorhead), me movió, pero me supe controlar. En cambio, la noticia de la muerte de David Bowie me cagó como no tienen idea.

Me levanté un poco tarde esa mañana (6 am), tal vez por ser lunes. Tomé mi odiado IPad (que la verdad no sé por qué no lo he lanzado por la ventana), y lo primero que veo es aquella demencial noticia. Mi primera reacción es la clásica actitud de negativa ante un informe que se cree imposible. Luego, cuando vi que todas las agencias repetían y corroboraban tan infausto suceso, me desplomé como un precario castillo de naipes. Y desde esa hora, hasta las 11 de la mañana, no paré de llorar. Me ahogaba, trataba de no ser tan escandaloso. Y me di maña para poder publicar algo en todas mis cuentas de Facebook, que es algo así como intentar exorcizar y aminorar la pena, a través de la comunión con otros dolientes. Fue terrible.

Lo que puse fue: "A pesar de toda la cultura que tengamos acerca de la muerte, ésta siempre será una dama que nunca es muy bienvenida... Es el espejismo que tenemos nosotros los fans, que imaginamos que la gente que admiramos tanto, nunca se van a ir... Que noticia más ingrata... GRACIAS X TODO, DAVID BOWIE."



Al medio día me fui al Mercado del barrio, compré camotes, choclo, limones y unas lonjas de tilapia, para hacer mi clásico e indiscutible tiradito acevichado, mi especialidad en la cocina... (la verdad, es lo único que sé hacer)... La salida me hizo respirar mejor y me tranquilizó. Menos mal que mi novia estaba en casa conmigo, que si no, no sé lo que hubiera ocurrido. Comimos, conversamos (en ese orden y a la inversa) y luego nos volvimos a meter a las computadoras y vimos que la bola por Bowie era ya indetenible. Todas las redes y las cadenas noticiosas se ocupaban de tan terrible evento. Me volví a sentir mal. Y me puse peor cuando vi el mensaje que puso IGGY POP, su gran amigo y compinche: "David, fuiste la luz de mi vida..."... Me destrozó el corazón, como destrozado debe estar el viejo Iguana por tan increíble pérdida.



Estuve así hasta las 4 pm en que teníamos que salir a unos asuntos. Regresé a casa y de ahí me fui al centro de Miraflores a dar de comer a los gatos. Estando por ahí, me fui al Centro Comercial Cantuarias, y me encontré con Cucho Peñaloza, otro devastado que había salido de su casa para no suicidarse. Conversamos un rato, hablamos de su último libro y luego me regresé a mi hogar.


Como dije, la muerte sigue siendo un mal inquilino en este mundo, morosa y malcriada. Sólo espero que cuando las luces se apaguen, me encuentren como a Bowie, sonriendo y con el mejor de los temples, como para que la muerte al menos se sienta un poco confundida... Maldita muerte hija de put...

Nuestro pequeño príncipe glam, se regresó a su planeta... Buen viaje!