En Octubre del 63, en Francia, una gatita llamada
Felicette, fue lanzada a bordo del “Veronica AG1”, cohete que hizo un vuelo sub
orbital de unos 15 minutos, 5 de los cuales estuvo sumergido en la total
ingravidez. Fueron 100 kilómetros en el espacio, rubricando el record de ser el
primer felino en ronronear este tipo de travesías.
Mientras que otros países preferían usar perros, ratas o
monos, a Francia se le dio por los chats,
los gatos… Para esto lograron juntar una decena de bigotudos y los comenzaron a
preparar para lo que sería “una gran contribución para la humanidad”… (¿?)…De
todas formas, hasta hoy nadie entiende por qué tuvieron que escoger a un
animalito que –lo sabemos bien- no se caracteriza por hacer labores ‘por
encargo’, menos aún en los campos científicos. Habilidades le sobran a los gatos
(no lo sabremos nosotros). Pero de ahí a que mueva controles o presione interruptores
y mandos por solicitud de un par de señores… pues lo dudo.
Al final de los entrenamientos, sólo quedaron dos gatos: un
atigrado llamado Félix y nuestra Felicette. Los demás fueron descartados por
dedicarse a hacer lo que mejor hacen los gatitos: engordar, dormir y mandar a
la mierda a quien quiera obligarlos a hacer algo que no quieren. Pero cuando
estaban por elegir al gordito Félix, éste encontró una ventana abierta y se
escapó… “Soy coludo, pero no cojudo”,
debe haber maullado nuestro amigo, y nunca más lo encontraron.
Así que, ante la evasión de Félix, la elegida fue Felicette,
quien fue lanzada un 18 de Octubre de 1963, a las 8 de la mañana. Lo único
bueno de todo esto es que, a diferencia de otros animales que en esos días eran
enviados a los confines del firmamento, nuestra gatita logró regresar con vida
y fue recibida con honores y mucho pescado.
Y acá la corto, porque los gatos de mi casa ya quieren su comida,
y no se les puede decir que esperen...