La
calle de La Bionda es una vieja angostura que tiene alrededor de 4 o 5 cuadras.
Está llena de restaurantes, tiendas de ropa y snacks. Hay un puesto de
periódicos donde puedes conseguir ejemplares de varios países, como también
libros a precio de caramelo. El punto que más me gusta visitar es un pequeño rincón
de música llamado Batuta, donde venden instrumentos, accesorios y discos. Allí
suelo conseguir algunas reliquias en vinilo y cuerdas para mi guitarra,
instrumento que no domino mucho, pero que me gusta acariciarla de cuando en
cuando. En esta calle tan pintoresca, todo tiene un aire un tanto bohemio, y es
la ruta preferida de muchos artistas. El Cactus y yo estábamos en una mesita
del cafetín Torrado, disfrutando de
unos deliciosos panes con algo que nunca pude identificar. Nunca he sido bueno
para diferenciar el jamón del pollo o la carne de res del pescado, así como del
tipo de verduras que ando comiendo: todo me parece pasto. Estábamos en lo más
álgido de la conversa y la degustación de indescifrables menjunjes, cuando en
eso llega Randy, un travesti no muy listo pero con buen culo. No es que me
gusten este tipo de muchachos, pero si voy a tener por amigo a un delicado
crisantemo, al menos que tenga algo bueno para mirar.
- ¿De
qué hablan? -preguntó Randy.
- Acá,
que el buen Cactus está queriendo convencerme que me una a su nueva banda...
-le dije.
- Una
de cogoteros, supongo... -dijo el Randy sonriendo.
- No,
chivo de mierda... -exclamo el Cactus-. Uno de música electrónica.
- Él
cree que tengo talento para componer canciones -le dije
- Yo
creo que si -dijo Randy, mirándome tiernamente y dándome un ligero toque con
sus dedos.
- Yo
también lo creo -dijo el Cactus-. Lamento estar de acuerdo con esta delicada
flor, pero tú, Renzo, tienes mucha facilidad para las melodías... Es un don muy
especial que no todos poseen....
- ¿Y
cómo se llama tu nueva agrupación? -preguntó Randy.
-
Imaginario Sándwich Quemado. -dijo Cactus expandiendo sus manos en el aire,
como si lo estuviera visualizando en una marquesina.
- Que
idiota -dijo Randy.
- Tú
que sabes, oe -dijo el Cactus-. Esto es en honor a uno de los grandes: el señor
Frank Zappa... Algún día descubrirán que el bueno de Franky es el padre de
todos estos algoritmos sonoros que ahora están haciendo bailar a esa retafila
de reguetoneros de mierda.
- Yo
le pondría: Las Pulgas Más Eléctricas... -dijo la Randy.
- ¿Y
por qué "más"? -pregunté.
-
Porque ya hay un grupito de menesterosos que se llaman "Las Pulgas
Eléctricas"... -dijo Randy- Y Uds. serían "más" electrónicos...
- Este
ta cojudo... -dijo el Cactus.
- Ahí
anda la Tole -agrego la Randy-, un maricón de mierda que me quitó un chico hace
unos meses. La odio. ¡Ay, me cae chinche!
Los
tres hemos sido amigos desde muy chicos. Hemos estado juntos desde el colegio.
Siempre sacando de apuros al dulce Randy cuando los bravucones querían pasarse
de vivos con él. Una vez intentaron violarlo en el baño y el Cactus y yo
tuvimos que enfrascarnos en una soberana pelea y agarrar a patadas a esos hijos
de puta. Así que cuando Randy decidió dar el gran salto, siempre contó con nosotros.
Cambió su nombre a Kuska, pero para nosotros siempre será el atolondrado de
Randy.
Cactus
resultó en algo más tirado a la música, más a la bohemia. Su nombre verdadero
es Ricardo Santero. Desde chiquito estuvo con esos sueños de hacer una
agrupación de rock, vivir sin hacer casi nada y tener muchas chicas alrededor.
Es muy fan de Frank Zappa. Su primera banda se llamó Ratas Calientes, como un
disco de Zappa. Y su última banda se llamó La Revancha de Chunga, como otro
disco del finado Maestro. Con esta lleva ya un buen tiempo, aunque igual nadie
les da pelota. Es duro el asunto musical. Estando ya establecido, seguramente
la puedes pasar bacán. Lo duro es llegar hasta ese punto. Tocan de cuando en
cuando y siempre les pagan muy poco... O nada. Solemos juntarnos acá, en el
Torrado, casi ya como un rito, en las pausas que nos dan los medio días, como
quien almuerza o saborea un entremés. A una calle está la sala de ensayo de
Cactus, y en la esquina con San Benancio está la boutique donde Randy trabaja. En
eso llega Renna, Renna Vrosovich, mi novia, la escultura más concupiscente que
pueda haber circulado por este mundo. Llegó con todo ese garbo de chica
autosuficiente, saludando a todos con su acostumbrado y alargado "hola
chicooooos..."
-
Hola, chicooooss...
Todos
la saludamos. Aunque el saludo de Randy fue un tanto displicente. No le cae muy
bien. Peor aún, cuando vio a Renna asestarme uno de sus besos más cinematográficos.
Llevo con ella 5 semanas y media. No me gusta mucho. Habla demasiado. Pero en
el sexo es brutal. Así que mientras no se aparezca mi princesa soñada, seguiré
revolcándome con esta hija de rumanos hasta que el prepucio aguante.
-
¿Supieron lo del Fashion Week? -preguntó Renna.
- Ni
mierda -dijimos al unísono el Cactus y yo.
- Uy,
eso estará de locos -dijo Randy con ojos de emoción-. La boutique en donde
trabajo presentará unos cuantos modelos y su última línea en faldones y botas.
Claro, todos son plagios de huevadas francesas, pero por ahí que la hacemos.
- A mi
me han encargado supervisar la escenografía -dijo Renna. A lo que el Cactus y
yo pusimos cara como que de muy
interesados...
- Es
la sexta versión en este país -dijo Renna- y va a contar con invitados de
varios puntos del globo.
El
Cactus y yo nos encodamos a la mesa y escuchamos aburridamente la larga
perorata sobre un evento del cual no nos interesaba una mierda. Hasta que Renna
dijo que, entre sus muchas funciones, ella tenía el encargo de conseguir a una
banda de música electrónica para hacer de fondo, y que los presupuestos para
este fin eran bastante abultados. El Cactus de pronto como que se despertó.
Peló los ojos y congeló su rostro dejando abierta su boca. Parecía intentar
decir algo, pero no le salían más que mudos balbuceos. Me miraba como pidiendo
ayuda, pero el muy tarado estaba tan atragantado por la sobre-excitación, que no
le salía ni un pincho. Tuve que hablar por él.
- Que
casualidad, Renna, acá el Cactus tiene ya muy avanzado su nuevo proyecto de
música electrónica.
-
Ahora se llaman Endemoniado Sándwich Quemado... -dijo Randy.
-
Imaginario! -corrigió inmediatamente el Cactus, sin abandonar su estado de
alelamiento y sobre ventilación.
- Eso:
Imaginario Sándwich Quemado. Y me estaba proponiendo formar parte de ella.
- ¿Y
tú que sabes de música electrónica? -me preguntó Renna, con toda la sorna del
mundo-. Nunca he visto que cargues entre tus músicas bajadas de internet, algo
que se acerque a lo electrónico. Tú eres puro Elton John y huevadas de rock
pesado. Además se va a ver muy sospechoso que en la banda contratada, esté el
chico con quien me acuesto.
- No,
no, Renna -se apresuró en aclarar el Cactus-, Renzo no está en mi banda, sólo
era una propuesta, así como de amigos... Tú lo ves, está ahí, sin chamba,
mangueando y gorreando almuerzos... Siempre está medio solo... Si no fuera por
ti, este cojudo ya se hubiera lanzado de un puente...
Y así,
tras esa breve pero contundente revisión de mis más personales letrinas, acabó
mi corta e inexistente carrera musical. Se desvaneció mi exigua posibilidad de
ingresar al mundillo de escenarios luminosos y mujeres fáciles. Sólo me quedó
el consuelo de ver, con mucha gracia, al pobre de Cactus intentando salvar un
posible laburo que lo podría sacar momentáneamente del ahorcamiento económico,
y con buenas posibilidades para futuros pasos en el ramo de la música,
territorio que yo no entiendo mucho, pero cuyas complicaciones conozco gracias
a las revistas y a los pocos amigos que andan en chamba tan jodida.
Al
final, el Cactus se fue con Renna hasta las oficinas del Fashion Week, mientras
que la Randy también se despedía lanzándome un beso con los dedos. Tenía que
regresar a su trabajo en la boutique. Así que me quedé ahí, solo, sentado por un
rato más, con mi café a medio tomar y mi sándwich envolviendo algo que nunca
pude identificar.
Bien
dicen que la música puede ser muy agradable como chamba. Te pinta muchos
pajaritos y algodonados cielos. Pero también se sabe que puede abandonarte en
el momento menos esperado. Incluso, como ahora, que te abandona sin que ni
siquiera hayas comenzado.
jaa divertido coincidencia. saludos
ResponderEliminarTa mare, uno está recontra tranquilo y lo joden con estos discazos de Zappa. Qué paja. Hot Rats!
ResponderEliminarBien, F.... Estamos esperando el siguiente libro.
ResponderEliminarQue paja Daniel, ¿en que lugar está ese del que hablas?, quiero ir por los libros a precio de caramelo. Saludos y nunca mueras viejo !
ResponderEliminarHola, Cíclope. Suave con los ojos.
EliminarBuen relato. Diferente de lo que generalmente escribes. Se nota como que más "serio". Me gusto mucho.
ResponderEliminarGracias, sr. Anónimo.
EliminarSaludos Daniel F, supe que Zappa es una de tus mayores influencias y creo que se ve reflejada en alguno de tus discos progre, me pregunto ¿por qué no te animas a hacer jazz fusión? Sería genial un disco que suene como The Grand Wazoo y que combine letras contestatarias como en tus 1ros discos con leusemia. Qué tal fumada no? Jaja saludos y gracias por la música
ResponderEliminarGracias, Boris,,,
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